ESTUDIANTES GRADO NOVENO VIOLENCIA EN COLOMBIA

13.jpg (9231 bytes)ESTUDIANTES EL TEXTO SOBRE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA ES EL SIGUIENTE:


A CONTINUACION LES DEJO UNA PARTE DEL ARTICULO COLOMBIA EN EL SIGLO XX ¿UN CASO DE ÉXITO?

Colombia en el siglo XX: ¿un caso de éxito?

DAVID BUSHNELL
UNIVERSIDAD DE FLORIDA
Traducción de CLARA INÉS RESTREPO

SIN DUDA, la mayoría de los colombianos —y de los colombianistas extranjeros— pensarán que el título del presente trabajo es irónico o que con ello el historiador tal vez prepara el escenario para una tentativa de mamagallismo. Esta suposición podría no estar del todo descaminada. Sin embargo, quiero aclarar desde un principio que no me parece absurdo considerar a la Colombia contemporánea, en cierto sentido, aún fuera del campo novelístico, como un caso de éxito. Si observamos el panorama latinoamericano, el caso de Colombia, con todas las aflicciones que la aquejan, constituye un éxito en el sentido negativo de haber evitado felizmente mayores males. Ciertamente, hace menos de cuarenta años Colombia fue presa de una sucesión de desgracias que destruyeron abruptamente lo que hasta entonces había representado para el continente el ejemplo de una naciente democracia. Sin embargo la recuperación que siguió a la pesadilla de la Violencia, aunque no haya sido total, debe considerarse otro éxito, o por lo menos un avance notable. Mis amigos de la clase media de Bogotá, al quejarse de que la inseguridad nunca ha sido tan grave como ahora, muestran a las claras que no vivieron en ninguna de las veredas expuestas a la matanza a finales de los años cuarenta o principios de los cincuenta.

Hay además, en la experiencia colombiana, aspectos positivos ampliamente ignorados pero que al menos Belisario Betancur y yo —y Don Malcom Deas
1 creemos que existen. En cuanto a mí, sé decir que a menudo reacciono con demasiado vigor ante las opiniones excesivamente negativas acerca de la realidad colombiana, tantas veces emitidas, no sólo por extranjeros, sino por los propios colombianos, entre quienes la autocrítica nacional es un pasatiempo sumamente extendido. Por ello, frente a lo mucho que se dice (y se cree) en mal de Colombia, en ocasiones resulta útil divulgar logros aparentemente sin importancia.
Evidentemente, Colombia tiene un problema de "imagen". Y no me refiero, en principio, a la imagen superficial que el común de las mujeres y los hombres de los Estados Unidos y Europa Occidental —suponiendo que hayan oído hablar de Colombia— se han hecho de un país totalmente en manos de los raponeros y los mafiosos de la droga. Me refiero, más bien, a la imagen corriente entre personas que se supone conocen a América Latina y que ven a Colombia como una tierra violenta, tradicionalmente dominada, políticamente y en otras formas, por una estrecha oligarquía.

David Bushnell, de nacionalidad estadounidense, es investigador y profesor de historia en la Universidad de Gainsville (Florida). Su tesis de doctorado, sobre el gobierno del general Francisco de Paula Santander, se convirtió en el libro El régimen de Santander en la Gran Colombia, publicado en Estados Unidos en 1954 y en Colombia, por la Universidad Nacional, en 1966. Es autor de la obra Eduardo Santos y la política del buen vecino, editada en Bogotá en 1984. Ha escrito, además, numerosos artículos sobre historia colombiana y latinoamericana. Durante el V congreso de historia de Colombia, que se realizó en Armenia en julio de 1985, leyó la disertación que aquí se publica.

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Desde luego, no se detienen a pensar si el grado de violencia es congruente con la supuesta solidez del control oligárquico, pero sí dan por sentado que las estructuras tradicionales, supuestamente más fuertes en Colombia que en el conjunto de América Latina, frenan las reformas constructivas o las innovaciones. Tales ideas son compartidas y propagadas por muchos colombianos desanimados por las dificultades de la existencia cotidiana y, a primera vista, ganan credibilidad por el simple hecho de ser Colombia el único país latinoamericano en el cual las etiquetas partidarias del siglo XIX —liberal y conservador— aún dominan el escenario político. Ya no existe un partido conservador significativo en ningún otro lugar de América Latina. No obstante, yo argumentaría que el punto de vista en cuestión no resiste un examen cuidadoso y que su falsedad esencial es, ciertamente, en el campo de los estudios latinoamericanos, uno de los secretos mejor guardados.

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